Una buena versión de una Alemania en horas bajas consiguió dejar a España, la sensación del torneo tras la goleada del primer día, en la mitad de lo que es, o mejor escrito, de lo que puede llegar a ser. En un duelo de altísimo nivel táctico y mental, la cuádruple campeona del mundo embridó a la selección durante una hora, aguantó a pie quieto en los peores momentos para ella, cuando marcó Morata, y terminó empatando a base de empuje, en un resultado que le sirve para mantener la esperanza de una clasificación que vio perdida en muchos momentos.
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